martes, 30 de octubre de 2012

EL GRIOT Y EL ARBOL DE LA PALABRA

"En África, cuando un viejo muere, arde una biblioteca"
Como advierte Ahmadou Hampâté Ba, es imposible comprender la cultura africana si ignoramos sus archivos orales.


Los cuentos ante el fuego han sido la primera escuela de millones de africanos durante siglos. El arte de narrar es parte de la vida misma y está integrado en todas sus manifestaciones sociales: entretenimiento, duelo, actividades festivas, ritos de pasaje, trabajo cotidiano, entre otros.


Según J. Chévrier, África nunca entendió de libros porque estos son individuales. Prefirió los cuentos, comunitarios, porque los africanos son comunitarios. Un mito, un cuento, un proverbio, e incluso una adivinanza son, ante todo, una creación colectiva.

La tradición oral no sólo mantiene la memoria de un pueblo o una región sino que constituye también un conjunto de enseñanzas para afrontar las dificultades de la vida.


EL GRIOT



El griot, muy común en África occidental, deambula de pueblo en pueblo, y no está sometido a la disciplina férrea de la verdad. La tradición le reconoce el derecho de disfrazar o embellecer una historia, siempre que logre distraer o interesar a sus oyentes. Maneja mejor que nadie los recursos técnicos necesarios para el arte de la oralidad: el canto, la voz, la memoria, la oratoria, la elocuencia, el verbo, la gestual o la lengua.

El griot habla de cuatro palabras: 

- Primera Palabra: Aquella que nos dice de donde venimos, quienes y como somos
- Palabra Antigua: Historias y azañas
- Palabra simplemente: cuento, relato, chiste
- Palabra Sagrada: no se puede contar ante cualquiera.
Ser griot no es una profesión remunerada, aunque entraña beneficios y privilegios como pueden ser una buena cena, o el derecho a la hospitalidad universal.

Muchos músicos africanos contemporáneos son hijos de esta tradición donde cantan y cuentan historias.

La narrativa oral incluye por tanto no sólo la historia para ser contada, sino también la dramatización de la misma a través de recurso expresivos como la danza, música y canciones, coros y mímica.
La expresión individual se complementa además con la expresividad del grupo. Requiere en muchas ocasiones de la participación de los demás. La narración de historias, por tanrto, es un acontecimiento social.


EL ARBOL DE LA PALABRA

Una de las instituciones que más importancia han tenido en el terreno de la oralidad sigue hoy muy viva: el árbol de la palabra. Se trata de un árbol físico, emblemático (a menudo un baobab) que cada aldea elige como templo de la palabra.




Ahí se reúnen los ancianos de la aldea para debatir de los asuntos de la comunidad. Es también bajo la sombra del mismo árbol donde se reúnen los niños y jóvenes para contar historias, leyendas y fábulas.






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